El arte de ser feliz

Se compone esta pequeña joya de dos partes, la primera, como el subtítulo indica -‘Explicado en cincuenta reglas para la vida’- examina las mencionadas reglas, que el filósofo alemán desgrana con excepcional magisterio y, la segunda, un apartado de tipo conclusivo -de cuatro hojas- Eudemonología, en el que Schopenhauer sincretiza su pensamiento para, con una prosa exquisita (no en vano su obra ‘El mundo como voluntad y representación’ (Die Welt als Wille und Vorstellung), es una obra maestra de la literatura alemana), eliminar la paja del grano y dejar la lógica de su pensamiento al abasto de cualquiera.

Este minúsculo y, a la vez, inmenso tratado, lleva en la contraportada, a modo de sentencia, la siguiente frase incluida en la segunda parte del libro:

“Lo que uno tiene por sí mismo, lo que le acompaña en la soledad sin que nadie se lo pueda dar o quitar, esto es mucho más importante que todo lo que posee o lo que es a los ojos de otros”.

La idea que transmite la frase, a mi modo de ver, es una oportuna y acertada síntesis de la esencia derramada a lo largo del libro por el filósofo pesimista.

Otrosí, Schopenhauer concede una especial importancia a la idea de Aristóteles, un tanto estoica, sobre el placer y el dolor, resumida en:

“El prudente no aspira al placer, sino a la ausencia de dolor” (Ética a Nicómaco).

Demuestra aquí, una vez más, su visión pesimista de la vida que contrasta, de forma sorpresiva, con el contenido mayoritario de ‘El arte de ser feliz’. Reconozco que cuando leí la Nicomáquea de Aristóteles no presté suficiente atención a las propuestas del filósofo griego sobre el asunto, sin embargo los matices introducidos por el prusiano me han hecho parar mientes en algo que antes, en cierto modo, me había pasado desapercibido. Lo dicho, una joyita.