La efeméride

Un día como hoy -hace ahora 52 años- mi madre, Josefa, parió en la alcoba de la casa familiar (quiero decir de mis abuelos) una hermosa criatura a la que decidieron llamar Angel, sin consultarle. Aprovechando la coyuntura, es decir, la coincidencia de 'los alumbramientos', decidieron celebrar la efeméride con un yantar especial (el mismo de cada Nochebuena multiplicado por dos) contemplado por Josefa desde la cama del dormitorio que, con la puerta abierta, dejaba vista franca a la cocina-comedor. Sin poder comer, más por la superstición que por las ganas, observaba 'la Fina' cómo lo hacían los demás (en especial, su marido, el padre de la criatura) que se cebaban muy lindamente a base de cocido aguileño que es como el cocido pero sin el como. El feliz y orgulloso padre contaba a menudo cómo se comió una fuente entera de garbanzos con patatas, con su pollo, su codillo, su morcilla y chorizo, mientras la partera lo miraba incrédula. En la casa reinaba un ambiente de pura y sincera felicidad (¡lo sé porque servidor estaba allí!) y, esa misma, se la deseo yo a todos ustedes, de corazón. Feliz Nochebuena.