La firmeza con que defiende sus convicciones, "Ser distintos, como somos los españoles, incluso sin salir de una misma familia, no puede dar derecho a la desigualdad, y si en los predios del socialismo hay compañeros que no lo comprenden es sencillamente porque se han alejado del sentido común o porque se han vendido a un nacionalismo de alquiler con el que compartir un pobre y frío plato de lentejas. Comprendo mucho más a los nacionalistas de toda la vida, a los del PNV o de CiU, que a los socialistas que tratan de ganarles terreno político y rebasarles en su propio terreno", contrasta con la confianza ciega que deposita en el Secretario General de su partido, responsable, en buena medida, de todo lo que denuncia en su artículo.
De esos socialistas que rebasan "en su propio terreno" a los nacionalistas, su partido está plagado, y ese "pobre y frío plato de lentejas" lo comparten con fruición Montilla, Pérez Touriño y Antich, con los separatistas más radicales.
Ciertamente, las lentejas han sido tradicionalmente un alimento humilde, mas a mi bruto paladar le parecen exquisitas y a los señores mencionados arriba, a fe que también.
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