28 abril 2008

Foedus

Se han alzado voces últimamente a favor del federalismo; a la suficientemente conocida de P. Maragall y su ‘federalismo asimétrico’ hay que añadir ahora la del notario J. J. López Burniol, que lo hace a través de su libro 'ESPAÑA DESDE UNA ESQUINA: FEDERALISMO O AUTODETERMINACIÓN'. No es nuevo. Ya en la I República, Pi i Margall, proponía un modelo federalista para la España de la época, muy avanzado y de cuidada elaboración, como única salida posible a nuestro enredo territorial. Desde hace más de una década el periodista y doctor en Ciencias Políticas, Luis Moreno, suma su esfuerzo a esta corriente filofederal con obras como ‘LA FEDERALIZACIÓN DE ESPAÑA. PODER POLÍTICO Y TERRITORIO’. Todos estos autores e intelectuales utilizan razonamientos sesudos y documentados, su labor es erudita y encomiable pero, a mi modo de ver, bordean o soslayan un detalle no menor, crucial, diría yo: la lealtad al foedus. Es decir la fidelidad al pacto.

Un estado federal es el resultado de un pacto o alianza entre partes para formar un todo que mejore la condición futura de las diversas sociedades integrantes, mas, estos sumandos, han de ser leales a las instituciones que emanen de él, condición ésta necesaria, imprescindible, que, en nuestro país, no se da. No existe en la España de las Autonomías (resultado también de un pacto), cuanto más en un hipotético estado federal que refuerza, per se, el poder de las fuerzas disgregadoras.

Dice Moreno en su citado libro: “…España es un país con textura federal. Su historia y composición social hacen del caso español un tipo ideal para un ordenamiento político que auspicie la federalización del modelo autonómico”. Y no lo dudo. Pero conviene recordar, al hacer una aseveración tal, la ya mencionada poca -o nula- lealtad institucional mostrada por los distintos nacionalismos que alberga esta ajironada piel de toro. Esta circunstancia, de peso y entidad, determina grandemente la tibieza con que es acogida la idea en general por la sociedad española y, en particular, por algunos sectores del pensamiento político, pues no han de terminar las reivindicaciones de los particularistas con la instauración del estado federal, es notorio que sus quejas se formulan ad eternum.

El estado federal debe plantearse con voluntad inequívoca de convivir en el espacio y pervivir en el tiempo, para ello se necesita el concurso leal y firme de los partícipes, así ocurre en países como Alemania o EEUU y, de ahí, su éxito y continuidad. Si esta condición no está presente -y asumida por todos- a la hora de una tesitura parecida, todo lo que se haga será marear la perdiz y, sabido es que, marea la perdiz el mal tirador que aburre o cansa al animal a fuerza de no acertarle.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

"Así también del federalista que trabaja con ardor, dedicación y entusiasmo para construir un Estado federal, habrá que decir que en rigor está trabajando por otra cosa. Porque el Estado federal es tan imposible como el decaedro regular. Un estado no puede ser jamás federal, porque para ello debería estar constituido por otros estados federados. Pero al federarse estos estados dejarán de ser estados; y si lo fueron previamente dejaron de serlo en el momento de federarse, y si se sigue hablando allí de estados federados es sólo por metonimia histórica. Al ceder su soberanía a la Federación, desaparecen como estados."

ESPAÑA NO ES UN MITO
Gustavo Bueno

Saludos,

A. Sánchez dijo...

Hay una diferencia, Oscar, entre le quasifederalismo de las autonomías y el Estado federal, entendámoslo así, y es la posibilidad que tiene cada territorio en una federación de desligarse de ella sin ninguna traba.

Anónimo dijo...

Y así desligarse de la urdida "trama de afectos", como diría Espada, sin coste alguno y arrinconando la lealtad institucional para cuando vengan mal dadas.

Lugar: Barcelona, Spain