04 septiembre 2007

No caerá esa breva

Demóstenes, constante y obstinado, logró el propósito de ser uno de los mejores oradores de su época a base de ponerse guijarros en la boca y afeitarse la mitad de la cabeza para no salir, por vergüenza, del estudio donde obstinadamente se recluyó para aprender técnicas de elocuencia.

El ejemplo del ateniense, no le vendría mal a algunos de nuestros políticos, por dos motivos bien diferenciados, uno, tratar de aprender el arte de la oratoria, que buena falta les hace, y dos, recluirse con la cabeza semiafeitada cuando incumplen lo que prometen. No caerá esa breva.


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Lugar: Barcelona, Spain