El plumero y el polvo
Ayer compré un plumero con mango telescópico; esa particularidad me hizo reflexionar sobre lo poco que ha cambiado el artilugio y su poca eficacia, pues a la postre, no acaba con el polvo sino que lo remueve. Sumergido en meditaciones tan trascendentes llegué a conclusiones no menos interesantes.
El polvo -me refiero a las particulas que flotan ¡eh!- suele ser indeseable, se adhiere a todo tipo de muebles y objetos, su única función, aparente, es afearlos. En el ámbito doméstico, afea además, la conducta poco limpia de los propietarios de la casa.
Pues bien, el paralelismo entre el polvo y la gente no nacionalista es evidente; para el dueño del cortijo, esta gente es indeseable y afea la propiedad, por tanto se necesita un plumero con mango telescópico -o nacionalista en el poder- para acabar con tal molestia, llegando a todos los rincones posibles. A aquellos que lo consienten se les ve el plumero.
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