08 diciembre 2006

X. Anno 714 a.U.c. (39 a.C.)


[Marco Cornelio Balbo (hispano-romano de Gades) y Linto (cántabro de Congarna)]

...África es rica, pero Hispania aún lo es mucho más. Y contarías con la protección de nuestra familia. Mira a Tálaro, no le va nada mal.
--Lo pensaré, Marco Cornelio, pero aún me queda muy lejos; en todo caso, gracias por el ofrecimiento.
--De nada, muchacho, de nada --vi que la sorna asomaba a sus labios--; además, así te convertirías por fin en un auténtico hispano.
--¿Otra vez a vueltas con lo mismo , maestro?--respondí sonriente, pidiendo compasión--. ¡Qué obsesión tenéis con que sea hispano!
--¡Ah! A mí es que me atrae profundamente cuanto tiene que ver con esta tierra, Linto, y me gustaría que lo entendieras. He estado reflexionando sobre ello últimamente y me he dado cuenta de que no he visto jamás tantos pueblos distintos acumulados en tan poco espacio. Casi podría decirse que en cada valle hay un país diferente, con sus peculiares costumbres y hasta su particular forma de hablar y de poner nombres a las cosas. Los galos, con ser una nación tan grande, sólo se distinguen por el color de sus ropas; con un chal basta para saber si estás tratando con un eduo, un mandubio o un arverno. Para los hispanos, en cambio, eso no es bastante y con tal de distinguirse del vecino no sólo cambian su indumentaria, sino que crean dioses, organizan toda clase de fiestas y sortilegios o se inventan genealogías disparatadas. Aquí, cada río atraviesa mil mundos.
--Sí, así es--confirmé, recordando mi primer viaje a Gades--. Sin embargo, como tú me dijiste en una ocasión, también son muy parecidos.
--Y no sólo físicamente; también interiormente, aunque haya muchos--me echó una ojeada del todo intencionada--que se niegan a reconocerlo. Los valores por los que se rigen y de los que se enorgullecen son los mismos. La lealtad, por ejemplo. O el valor y la tenacidad. O su extraordinario sentido de la hospitalidad. Para un hispano no hay nada tan valioso como su palabra. Una vez que se compromete es casi imposible que se vuelva atrás.
--Son virtudes comunes a otros muchos pueblo--argumenté--. No son exclusivas de nadie.
--Tienes razón, pero aquí se llevan a sus últimas consecuencias. Por ejemplo, no se sabe de ningún pueblo hispano que haya incumplido los tratados hechos con Roma, y hace ya ciento ochenta años que Cneo Escipión, el Africano, desembarcó en Emporion. En cambio, la lista de taiciones romanas es amplia, empezando por el propio Escipión, que faltó a su promesa de abandonar hispania tras su victoria en la guerra contra aníbal. Luego vinieron Servio Sulpicio Galba, que masacró a los lusitanos; Servio Cepión, que acabó ya se sabe cómo con Viriato; o Lucio Licinio Lúculo, quien engañó funestamente a los vacceos de Cauca. A veces, nuestros compatriotas, si es que les podemos llamar así, son de una ingenuidad sonrojante, y en otras muchas les pierde su nobleza. Varios ejércitos romanos se han salvado gracias a la generosidad de los hispanos, que prefirieron devolver vivos a los soldados enemigos creyendo que así obtenían la paz. Un error tan grave como el de Craso.
--También ha habido continuas sublevaciones.
--Sí, pero más por puro instinto de supervivencia que por otra cosa. Demasiados ladrones y avariciosos han pasado por aquí. Sin embargo y a pesar de todo; a pesar de su desunión, de su inferioridad en armamento y disciplina, aún no se puede decir que toda Hispania haya sido conquistada. Y no es sólo una pequeña aldea asilada la que resiste, sino pueblos al completo, naciones enteras como la tuya que se niegan a abandonar su forma de vida y luchan porque la codicia romana no ponga la mano sobre sus tesoros, por muy pobres que éstos sean. Los hispanos no se rinden fácilmente y ahí están Astapa [Estepa], Numantia, Calagurris [Calahorra] para demostrarlo. Fíjate en lo que te digo: César conquistó las Galias en siete años pero, aunque se lo hubiera propuesto, jamás hubiera conseguido lo mismo en Hispania.
--Menos mal que no está aquí Lucio Cornelio para oírte.

--¡Bah! Admito el ser hispano o el ser romano, pero igual podría admitir que soy griego, libio o ilírico. No es algo que me preocupe; para mí sólo hay una raza y un país, pero eso no significa que no disfrute con sus múltiples matices.
--Nadie piensa como tú, maestro.
--¿Y eso es culpa mía? Si los hombre se empeñan en dar más importancia a lo que les separa que a lo que les une, poco puedo hacer yo. Tal vez es que la muerte, el dolor y la sangre son necesarios para que el mundo avance.
Un nuevo trago de vino pasó a través de su garganta sin que se advirtiera más que un levísimo temblor en su cuello. ... (El último Soldurio. Javier Lorenzo).

No hay comentarios:

Lugar: Barcelona, Spain