Máquinas cardiovasculares
A veces tengo la impresión de que en España, con diálogo, nadie convence a nadie.
Es fácil darse cuenta de eso viendo a los políticos pelearse en el Congreso de los Diputados o a los tertulianos de moda, en algunos programas de TV; nadie admite, de ninguna manera, que el rival tiene razón. No valen argumentos ni demostraciones, los españoles nos oímos a nosotros mismos, pero no escuchamos a los demás.
No sé si es debido a la poca experiencia democrática o es enfermedad congénita, pero está a la orden del día. La discusión y el debate sereno, es posible que sea una utopía. El diálogo, a cara de perro y las descalificaciones e insultos que se dedican unos a otros, me recuerdan la cinta cardiovascular, se gasta mucha energía, pero no se avanza nada.
¡ Aparquemos la bicicleta estática, se suda, pero no nos lleva a ninguna parte !
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